FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 26 de junio de 2009.
Por si alguna duda hubiera de las falsedades de los empresarios y sus representantes, ayer, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la misma que dirige José Ángel Gurría, anunció el peor desplome de la economía mexicana. En 2009, el Producto Interno Bruto nacional decrecerá -8%, su mayor contracción en 78 años, más fuerte aún que aquellos aciagos días cuando Zedillo y su Secretario de Hacienda hicieron pedazos las finanzas públicas, para decrecer un -6.2% en 1995 (Jornada, 25/06/2009).
Lo interesante del caso, es la observación de la OCDE sobre la modestia del paquete de estímulos fiscales diseñado por el gobierno mexicano para hacer frente a la recesión. En otras palabras, para la OCDE, el gobierno federal no fue capaz de establecer una política económica adecuada para enfrentar con éxito la famosa “crisis que vino de fuera”, la misma que ha dejado en el desempleo a 2.4 millones de personas, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Por cierto, según los reportes de la misma OCDE, una caída similar del PIB sólo se observó en 1931, cuando el desplome de la economía fue de 9.2 por ciento. Como muchos de los lectores recordarán, la caída de ese año fue el resultado del “jueves negro” en Estados Unidos, el famoso “crack” de ese año. Desde entonces, ya sabíamos que cuando Estados Unidos estornuda, a México le da pulmonía ¿Por qué entonces el secretario Carterns se burló del sentido común anunciándonos un simple “catarrito”, cuando a Estados Unidos se le anunciaba neumonía?
Una de mis primeras respuestas es la incapacidad teórica y administrativa de quienes dirigen a este país. Luis Echeverría era un burócrata, abogado, que pensó poder dirigir la economía nacional como se dirigía la cocina de su casa. José López Portillo era un novel escritor –y abogado- ahogado en el mito petrolero. Ernesto Zedillo era un econometrista que se soñó teórico de la economía; era como poner a un recién egresado de contaduría a superar el álgebra de Boole, sólo porque su carrera profesional se refiere a los números, que no a las matemáticas. Lo mismo pasa con Felipe Calderón: un abogado dedicado a jugar a soldados y policías –un juego más cercano a las truculencias legales-, cuando de pronto le cae el “coco” de la crisis económica. El resultado ya lo conocemos: una verdadera catástrofe nacional.
El problema principal es que, desde la llegada de los neoliberales al poder, con Miguel de la Madrid, los gobiernos federales se han dedicado a desmantelar la estructura productiva nacional. Sin bases reales para el crecimiento económico, México es un cascarón sujeto a los vaivenes de la economía internacional. Eso lo previeron los gobiernos posrevolucionarios, de Cárdenas hacia delante; por eso impulsaron la famosa política de sustitución de importaciones, que generó el “milagro económico mexicano”. Era cuando la economía la manejaban quienes sabían y también creían en México. El error comenzó cuando la economía la comenzaron manejar los improvisados y quienes se formaron en las universidades de Estados Unidos. Esos que creen que ir como moscas en el techo del tren económico norteamericano, es dirigir la economía nacional.
Para nuestra fortuna, México es más grande que cualquier intento por despedazar la nación. Nuestra historia es la muestra palpable de esa grandeza mexicana. Pero, también, es cierto que hacen falta muchos más cerros de La Campana, para detener el juego perenne de la traición nacional.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 26 de junio de 2009.
Por si alguna duda hubiera de las falsedades de los empresarios y sus representantes, ayer, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la misma que dirige José Ángel Gurría, anunció el peor desplome de la economía mexicana. En 2009, el Producto Interno Bruto nacional decrecerá -8%, su mayor contracción en 78 años, más fuerte aún que aquellos aciagos días cuando Zedillo y su Secretario de Hacienda hicieron pedazos las finanzas públicas, para decrecer un -6.2% en 1995 (Jornada, 25/06/2009).
Lo interesante del caso, es la observación de la OCDE sobre la modestia del paquete de estímulos fiscales diseñado por el gobierno mexicano para hacer frente a la recesión. En otras palabras, para la OCDE, el gobierno federal no fue capaz de establecer una política económica adecuada para enfrentar con éxito la famosa “crisis que vino de fuera”, la misma que ha dejado en el desempleo a 2.4 millones de personas, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Por cierto, según los reportes de la misma OCDE, una caída similar del PIB sólo se observó en 1931, cuando el desplome de la economía fue de 9.2 por ciento. Como muchos de los lectores recordarán, la caída de ese año fue el resultado del “jueves negro” en Estados Unidos, el famoso “crack” de ese año. Desde entonces, ya sabíamos que cuando Estados Unidos estornuda, a México le da pulmonía ¿Por qué entonces el secretario Carterns se burló del sentido común anunciándonos un simple “catarrito”, cuando a Estados Unidos se le anunciaba neumonía?
Una de mis primeras respuestas es la incapacidad teórica y administrativa de quienes dirigen a este país. Luis Echeverría era un burócrata, abogado, que pensó poder dirigir la economía nacional como se dirigía la cocina de su casa. José López Portillo era un novel escritor –y abogado- ahogado en el mito petrolero. Ernesto Zedillo era un econometrista que se soñó teórico de la economía; era como poner a un recién egresado de contaduría a superar el álgebra de Boole, sólo porque su carrera profesional se refiere a los números, que no a las matemáticas. Lo mismo pasa con Felipe Calderón: un abogado dedicado a jugar a soldados y policías –un juego más cercano a las truculencias legales-, cuando de pronto le cae el “coco” de la crisis económica. El resultado ya lo conocemos: una verdadera catástrofe nacional.
El problema principal es que, desde la llegada de los neoliberales al poder, con Miguel de la Madrid, los gobiernos federales se han dedicado a desmantelar la estructura productiva nacional. Sin bases reales para el crecimiento económico, México es un cascarón sujeto a los vaivenes de la economía internacional. Eso lo previeron los gobiernos posrevolucionarios, de Cárdenas hacia delante; por eso impulsaron la famosa política de sustitución de importaciones, que generó el “milagro económico mexicano”. Era cuando la economía la manejaban quienes sabían y también creían en México. El error comenzó cuando la economía la comenzaron manejar los improvisados y quienes se formaron en las universidades de Estados Unidos. Esos que creen que ir como moscas en el techo del tren económico norteamericano, es dirigir la economía nacional.
Para nuestra fortuna, México es más grande que cualquier intento por despedazar la nación. Nuestra historia es la muestra palpable de esa grandeza mexicana. Pero, también, es cierto que hacen falta muchos más cerros de La Campana, para detener el juego perenne de la traición nacional.