29 de diciembre de 2010

DE POLÍTICA Y POLÍTICOS OAXAQUEÑOS

Uno de los grandes problemas oaxaqueños, es que nuestros dirigentes sociales están “hechos al vapor”. Asumieron la política como forma de vida personal y no como medio para servir a la comunidad. En la búsqueda de satisfactores económicos para vivir, los dirigentes se encontraron la Política, ésa que se define como el arte de la conducción de pueblos hacia metas superiores de organización social. Por eso, sus acciones políticas están determinadas por el interés pragmático personal y sus formas de acción están marcadas por el voluntarismo personal. No tienen visión de Estado, sólo aspiraciones futuras personales y a partir de las parcelas, antes políticas, ahora administrativas.

Sin visión de futuro, los dirigentes sociales nunca se preocuparon por su formación personal. En la mayoría de los casos, vincularon la desidia con las luchas estudiantiles y muchos suplieron la dedicación académica con las formas porriles, como método de aprobación escolar. Nunca pensaron en la excelencia académica, como forma de manifestar la rebeldía. Por el contrario, muchos se caracterizaron por el conflicto escolar, como medio para obtener subvenciones económicas, supuestamente para impulsar programas estudiantiles vinculados a actividades sociales. Nunca dieron resultados a las comunidades, pero sí aprendieron la mecánica de la subvención administrativa, como método de financiamiento para la agitación política. Ése fue el camino de la desviación hacia la búsqueda de prebendas personales, disfrazadas con el lenguaje de la lucha social.

Casi sin ninguna formación teórica, salvo la que dan los folletines y los panfletos, los dirigentes sociales caen, casi siempre, en el pragmatismo y el oportunismo. Se guían por el “olfato político” y no por el estudio serio de la coyuntura del momento actual, como alguna vez lo definió Antonio Gramsci. Iban por posiciones políticas, y ahora administrativas, que reditúan en ganancias económicas y no por la suprema pasión de la Política, como forma de transformación social. A estas dirigencias políticas, les vienen a la mano las luchas intestinas por el dinero público, que conduce a las alianzas pragmáticas de partidos, en contraposición a las alianzas históricas para modificar el curso de la historia. Eso hace la gran diferencia entre un Vladimir Ilich Lenin, el revolucionario ruso que planteó la alianza obrero-campesina, con su contraparte mexicana, Jesús Ortega, que aceptó la alianza del PRD con el PAN, sólo para arrebatar el poder al PRI y no como alternativa histórica.

Sin preparación académica, los dirigentes sociales oaxaqueños que hoy se encuentran con el dilema de presentar un título académico para seguir en la administración estatal, se acercan al clavo ardiente de la discusión entre saberes y conocimientos. No comprenden que el primer concepto define las experiencias de vida que capacitan al ser humano para desenvolverse en su entorno natural, mientras, el segundo, se refiere a metodologías, técnicas y procesos basados en una lógica de comprobación por indicadores definidos con antelación. No son visiones excluyentes, pero sí caminos paralelos de adquisición de habilidades para el desempeño en la vida diaria.

La disyuntiva saberes o conocimientos, títulos profesionales o experiencia cotidiana, sólo conduce al laberinto del interés personal o al callejón sin salida del desprecio de la teoría por privilegiar la práctica. Una vieja discusión política que creíamos superada en el siglo pasado.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 29 de diciembre de 2010.

22 de diciembre de 2010

ÉTICA Y PROFESIÓN

La renuncia de dos secretarios del gobierno está generando una breve, pero sustanciosa discusión. En el siglo XIX y principios del XX, un mexicano y un alemán creyeron haber cerrado la polémica, pero, como algunos oaxaqueños no leen historia y mucho menos de la ciencia, desconocen sus propuestas. En México, el indio zapoteco, Benito Juárez, comprendió que su fortaleza no estaba en ser pastor de ovejas toda su vida y arribó a Oaxaca, una noche oscura, para estudiar castellano y ser uno de los primeros alumnos en titularse como abogado. Por su parte, Max Weber definió, como característica esencial de la administración pública occidental, la existencia de una burocracia altamente profesionalizada y con conocimientos técnicos.

Weber nunca adujo, como Leopoldo de Gyves, el privilegio del “compromiso social y la trayectoria política” como norma para formar parte de la burocracia. Por el contrario, privilegió el conocimiento y la preparación académica universitaria, como rasgo distintivo de la racionalidad política. Es uno de los padres fundadores de la sociología política y la económica. Sí estudió y se tituló, eso lo distancia de los oaxaqueños que hoy opinan que un título no hace la diferencia.

Retomo el caso de De Gyves, para ejemplificar el caso específico del privilegio del interés personal, por sobre el interés colectivo. Un título profesional, cuando se tienen las mismas oportunidades, muestra el interés, la voluntad y el compromiso personal para superar obstáculos, adquirir conocimientos y una ética de congruencia personal. Lo contrario: faltar a clases, desobligarse del estudio, no concluir con el compromiso escolar, implica molicie, inconstancia, anteponer la astucia por sobre la inteligencia y privilegiar el egoísmo por sobre la Ética de la integridad. De Gyves ha aplicado lo segundo. Cuando perdió una elección, allá por 1981, encabezó protestas y marchas, hasta lograr torcer la legalidad electoral; en una clara componenda política, le entregaron la presidencia municipal. Veinte años después, volvió a aplicar la fórmula. La cámara de diputados, de entonces, lo acusó de no comprobar poco más de sesenta millones de pesos. Nunca intentó hacerlo. Con una huelga de hambre, logró el archivo de su caso.

Por su parte, un mixe, ex asesor del EZLN, Adelfo Regino, se propone componerle la plana al Gran Mexicano, Benito Juárez. Aduce que la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo discrimina a los indígenas, porque ellos no tienen oportunidades de titularse. Me permito ponerle mi caso, sólo porque es el que mejor conozco. Hasta los seis años, fui monolingüe de zapoteco. Comencé a hablar español en la primaria. Desde los quince años estudié con una beca gubernamental. Me titulé como profesor, después como licenciado en sociología, luego maestro en planificación del desarrollo y, hace poco, obtuve el doctorado en ciencias políticas por la UNAM. Nunca he pagado un centavo para estudiar, siempre he concursado por una beca. Soy orgullosamente zapoteco del Istmo y creo que tenemos la misma capacidad para producir ciencia, tecnología, arte y cultura, como los demás pueblos del mundo. No somos menos, ni minusválidos mentales. Pedir un mundo aparte, por razón de lengua, es considerarnos, en la práctica, seres inferiores. En el fondo, la propuesta de Regino es parte de la colonización ideológica, contra la que dice luchar.

De Gyves y Regino quieren el mundo al revés, donde los astutos manden y la moral, la que da moras, prevalezca sobre la Ética.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 22 de diciembre de 2010.

20 de diciembre de 2010

DESARROLLANDO LAS REGIONES OAXAQUEÑAS

El estado de Oaxaca es una de las entidades con mayores índices de marginación y los más bajos de desarrollo humano. Eso dificulta su reproducción sociocultural, su continuidad histórica y nos obliga a vivir en el círculo vicioso de la pobreza y la marginación.

Esta situación tiene orígenes diversos. Destacan las causas internas, como la baja productividad agrícola, el inadecuado uso de sus recursos naturales, el bajo nivel educativo, cultura sexual reproductiva tradicional y la falta de infraestructura productiva y social. Entre las causas externas están las constantes crisis económicas nacionales, la expoliación económica, la política fiscal y monetaria del gobierno federal, la apertura comercial producto de los tratados de libre comercio, los conflictos agrarios y el escaso apoyo técnico y financiero por parte de las instituciones encargadas de ellas.

Las amenazas externas no sólo impulsan el atraso y el abandono, sino parecen condenar a los pueblos a mantenerse eternamente en este círculo vicioso. Cualquier avance, ya sea económico, educativo, social o productivo, parece ser mejor aprovechado por el círculo vicioso de la miseria y la marginación y no para una espiral virtuosa del desarrollo de las comunidades y sus habitantes. Así, por ejemplo, los ingresos por la emigración se ven drenados hacia los centros de abastecimiento comercial de la ciudad de Oaxaca, a través de la compra de materiales de construcción y auto transportes; de aquí fluyen a Monterrey, Guadalajara y el Distrito Federal. Los avances educativos se reflejan, pero en la expectativa de los jóvenes egresados de las escuelas para dejar de trabajar en el campo y dirigir su atención hacia las ciudades, otras regiones del país o a Estados Unidos.

Romper este esquema implica una gran capacidad de imaginación creadora, tanto de quienes acuden desde fuera de la comunidad, como de quienes viven en los municipios. Se trata de aprovechar las capacidades internas y las oportunidades del entorno. En ese sentido, la sinergia organizativa comunal y la posibilidad del trabajo colectivo debe ser la base para lograr mejores condiciones productivas y alcanzar la autosuficiencia, en una primera etapa, para después pasar a la acumulación financiera y proponer el establecimiento de industrias y agroindustrias en las zonas rurales, como medio para impulsar el ingreso a la globalidad, desde la perspectiva empresarial productiva, eficiente y competitiva, pero, en aquellas regiones con propiedad comunal o ejidal, basada en la apropiación colectiva de los excedentes obtenidos.

Este proceso implica la participación comunitaria e individual en todos y cada uno de los procesos de la construcción de la vida colectiva, para que los resultados obtenidos sean producto de la apropiación de cada uno de los individuos y las organizaciones del proceso de desarrollo propuesto, y el compromiso de cumplir los objetivos, las metas y las acciones establecidas. El compromiso debe ser de los actores sociales, convertidos en verdaderos sujetos sociales del desarrollo, para hacer realidad la sociedad más justa y equitativa que todos deseamos tener.

Cada uno de los actores sociales, cansados del burocratismo, quiere ver concretados los programas propuestos. Ya no quieren ser considerados menores de edad, sino contar con los apoyos reales para desarrollar sus capacidades y potencialidades. La gente de las comunidades requiere que los programas públicos atiendan a la capacitación, la organización, la economía, la cultura, la administración comunitaria, el medio ambiente y la infraestructura social básica; dejar atrás las visiones paternalistas, subsidiarias, asistenciales, y, por el contrario, impulsar la infraestructura productiva, otorgar financiamiento y dejarles impulsar sus propias propuestas de crecimiento, no sólo las económicas, sino también las sociales, culturales, políticas y ecológicas.

En las zonas rurales y urbanas se debe invertir y no simplemente gastar asistiendo a los pobres; deben ser transformados de beneficiarios a verdaderos emprendedores; revalorar al campo como el espacio donde sus habitantes están estrechamente vinculados con su entorno, viven su problemática y día con día construyen opciones para resolver sus problemas. Visto así, el reto es impulsar la capacidad para la generación de riqueza, pero buscando la equidad. Nada mejor que el impulso de las actividades empresariales, pero con apropiación colectiva de los excedentes, es decir, aprovechar las relaciones sociales solidarias y de reciprocidad, para impulsar las organizaciones productivas comunitarias. Alcanzar ese punto es el camino más viable y válido para combatir la ancestral pobreza de la mayoría de las regiones oaxaqueñas.

Nuestros pueblos han permanecido y se han desenvuelto, pese a las adversidades, porque cuentan con una estructura social altamente solidaria que les ha permitido sobrevivir a las adversidades históricas. Estas redes sociales se han concretado en un capital social de complejas interrelaciones que van desde los sistemas de cargos, la cooperación inter-pares, los compadrazgos y el valor de la palabra empeñada. El primer punto de atención para el científico social es, pues, el capital social en las comunidades.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 18 de diciembre de 2010.

15 de diciembre de 2010

OAXACA: SIMULACIONES Y TORCEDURAS DE LA LEY

No dudo que el gobernador Gabino Cué tenga las mejores intenciones del mundo. Incluso puedo aceptar que tiene un verdadero proyecto de cambio para Oaxaca. Así lo manifestó durante su pasada campaña electoral y tiene el derecho a la duda ciudadana, además de un bono electoral que puede durar todo el año siguiente.

El problema de Oaxaca es que llegó al cargo en medio de un batidillo político y no necesariamente impulsado por los mejores oaxaqueños. El grupo que se formó alrededor, del entonces candidato opositor, estaba marcado por el encono y la ambición del poder, como medio para obtener recursos económicos para vivir. No tenían proyectos de cambio, ni intención de servir a la comunidad. Eran –son- liderazgos personalistas y con ambiciones meramente personales. Vivían de los mendrugos del poder, hasta que apareció Gabino Cué, con su propio tejido de intereses.

Al asumir los cargos administrativos, nos demuestran cotidianamente lo que son y entrampan el proyecto personal del Gobernador. Los dislates de los primeros días, son la muestra más palpable de que no estaban preparados, ni capacitados, para el tamaño de la responsabilidad asumida. Ahí están quienes no cumplen con el requisito legal que, juntos, con su barullo, hicieron llegar a la Cámara de Diputados. Pero también están quienes desconocen la mecánica de la política y se asumieron santones de la herencia política.

Una de las consideraciones paradigmáticas del nuevo régimen, fue la capacidad profesional de los miembros del gabinete. El régimen anterior se había caracterizado por la entronización de sus miembros, sólo avalados por la amistad y la complicidad con el Gobernador. Fueron innumerables los funcionarios con títulos, sin aval escolar. Más que llamativos fueron los casos de la entonces secretaria de Desarrollo Rural, Lilia Mendoza, que en el régimen anterior se ostentó profesora y en el de Ruiz se licenció; lo mismo ocurrió con Bulmaro Rito Salinas que, de supuesto periodista, de repente se licenció en Ciencia de la Comunicación, sin que se le conociera escrito alguno, ni asistencia a ninguna universidad, ni siquiera las “patitos”, de presencia virtual. Pero también tuvimos, al menos, una subprocuradora de la Procuraduría General de Justicia, doña Cholita Quintana, sin título profesional, en abierta violación a la ley de esa institución y terminó siendo subsecretaria de la Contraloría.

Los resultados de la parodia los tenemos a la vista. Como nunca, el estado vivió la simulación. Sin entender la estadísticas, los funcionarios anunciaban grandes avances; hubo varios que, amparados en esa irrealidad aspiraron, incluso, a la gubernatura por la vía priista. La respuesta ciudadana también fue simple y llana: como nunca antes, la gente votó contra esa simulación y contra la corrupción, como método de gobierno.

Por eso debe preocuparle al Gobierno actual la repetición del esquema. Ya vivimos el caso de la funcionaria que obligó a torcer la ley, recientemente promulgada. El caso de la secretaria general de Gobierno fue visible, por el rango del cargo, pero entre sus subsecretarios hay otro sin título alguno. Ojalá ningún ciudadano solicite, dentro de unas semanas, los números de las cédulas profesionales de todos los funcionarios del gabinete legal, el ampliado y de los subsecretarios del régimen actual, porque, entonces, caeremos en la realidad jurídica de cambiar la ley, para adaptarla a la realidad social.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 15 de diciembre de 2010.

11 de diciembre de 2010

POLÍTICAS PÚBLICAS EQUIVOCADAS

La planeación psicótica del desarrollo estatal ha creado una dicotomía entre la realidad social y las propuestas gubernamentales. El choque cultural ha producido a una situación de aparente desidia ciudadana en las regiones de Oaxaca. Como no hay claridad sobre la idea del desarrollo, tampoco se canalizan recursos para incidir en la creación de una infraestructura productiva, acorde con los objetivos marcados por los planes estatales de desarrollo. En realidad, en las zonas rurales, como en todo el estado, se ha canalizado casi todo el recurso federal y estatal fundamentalmente para actividades de asistencia social y, otra parte importante, para la infraestructura social básica y se ha dejado de lado la infraestructura productiva.

La inversión pública, tanto federal como estatal, está encaminada a la creación de infraestructuras social básica, porque permite bajar los índices de marginación e incrementar los de desarrollo humano, aunque no necesariamente repercuta en crear las mejores condiciones sociales y mejorar los niveles de bienestar de las familias. En otras palabras, se bajan o incrementan los índices estadísticos, pero no mejoran las condiciones de vida de las personas. Por ejemplo, se han creado muchas escuelas, los índices educativos han crecido y se han mejorado los índices de desarrollo humano. Sin embargo, el incremento del nivel educativo no ha mejorado la productividad agrícola en la zona y mucho menos ha inducido a la creación de empresas con altos niveles tecnológicos y buenos salarios; en mucho lugares, el proceso educativo ha inducido a la emigración de los jóvenes, porque ha detonado aspiraciones personales imposibles de cumplir en las condiciones actuales de las zonas rurales e indígenas.

También se observa el decremento de los índices de natalidad y mortalidad, ascendiendo los municipios en la lista del desarrollo humano. Sin embargo, en esas zonas se observa cotidianamente la desnutrición infantil y la proliferación de las enfermedades endémicas, precisamente las enfermedades de la pobreza.

Hay millones de pesos invertidos en programas asistenciales, pero las casas se siguen construyendo de la manera tradicional; aunque ahora muchas tienen piso de cemento, se siguen usando como bodegas y, en algunos lugares, como corral familiar. Los programas, como Oportunidades y Procampo, dan recursos económicos a las personas y sirven para incrementar en forma mínima el Producto Interno Bruto municipal y sacar a las personas del límite de la pobreza o la pobreza extrema, pero ese dinero no les alcanza para impulsar sus capacidades y generar las mecánicas de la autosuficiencia económica, salvo el caso de la obligatoriedad de la asistencia a las escuelas, para conseguir una beca, porque ahí obtienen nuevas capacidades; sin embargo, el problema es que la educación no está enfocada a desarrollar las potencialidades de las regiones y todo el conocimiento adquirido se pierde en la emigración o en la ocupación en áreas laborales diferentes a las estudiadas.

Aunque en los planes estatales de desarrollo se enarbola la bondad de la visión empresarial privada, en la práctica no se establecen las condiciones adecuadas para generar camadas de empresarios en las escuelas superiores, ni se establece la mecánica para crear la infraestructura financiera que impulse la creación de micro y pequeñas empresas, ni mucho menos para el apalancamiento de medianas y grandes empresas. A lo más, en el estado se ha generado un proceso de atracción de cadenas comerciales, con capital completamente foráneo, en las ciudades más pobladas de la entidad.

Los programas destinados al desarrollo rural tampoco están pensados para ser aplicados en la realidad socio-económica estatal. Por ejemplo, el programa Alianza para el Campo está enfocado a apoyar a los agricultores que tienen más recursos. El 50% del total del costo de un proyecto productivo lo otorgan el estado y la federación, pero el otro 50% lo aporta el productor. En el caso de la adquisición de un tractor, el programa sólo les da 90 mil pesos y ellos deben aportar poco más de 400 mil pesos, donde se incluyen la compra de los implementos. Lo mismo ocurre en la adquisición de ganado porcino y ovino, porque, a partir de 2008, el programa no aporta recursos, sino solamente el apalancamiento para obtener crédito bancario. En realidad, Alianza para el Campo está enfocado a un sector muy reducido de la población, aquellos que ya tienen recursos económicos y no necesariamente impulsa y apoya el desarrollo económico de los pobres de Oaxaca.

Con esas condiciones, el gobierno estatal sólo ha consolidado un modelo de desarrollo que engendra pobreza y marginación, con desigualdad social.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 11 de diciembre de 2010.

8 de diciembre de 2010

DESATINOS POLÍTICOS OAXAQUEÑOS

Desafortunadamente, la nueva etapa política de Oaxaca comienza como cualquiera de las anteriores. Tenemos un gobierno que no termina de comprender el tamaño de las expectativas que generó y una oposición sin proyecto, ni voluntad de elaborarlo.

El nuevo gobierno llegó con el compromiso del cambio. Se montó sobre las olas del hartazgo ciudadano por la corrupción, el abandono y la desidia del anterior gobierno. La gente quería nuevos rostros, otras formas de hacer gobierno, para tener paz social, sin plantones, marchas, bloqueos y para tener empleo y bienestar social. Paz y progreso les ofreció el gobierno del cambio. El problema es que la administración comenzó enredada.

Primero. Los responsables de la consulta popular entregaron un pomposo documento denominado “Programa Preliminar de Gobierno”, cuando no existe Plan Estatal de Desarrollo. Sin Plan, no puede haber Programa, salvo que se quiera caer en el absurdo de programar obras de acuerdo al capricho del jefecillo de la hora inmediata. Fue tan inocuo e intrascendente el documento, que terminó en el desván de los recuerdos.

Segundo. El Gabinete, que se iba a integrar por personas con capacidad académica y conocimiento de la materia, se entrampó en las cuotas partidistas. El concepto de “gobierno de coalición” se confundió con el de la “administración coaligada”. En realidad son ideas diferentes. El gobierno de coalición implica compromisos y obligaciones compartidas, mientras la administración coaligada implica el reparto del poder en cuotas partidistas. El resultado va a ser un gobierno sin cohesión administrativa ni definición ideológica. Los problemas ya comenzaron, porque en ese esquema de reparto no llegaron los mejores, sino los cuadros más viciados, sin siquiera formación profesional.

Tercero. En realidad, el Gobierno no tiene rumbo preciso para concretar la idea del cambio. Las propuestas vertidas, hasta hoy, son una repetición del viejo discurso gubernamental, independientemente del partido de origen: democracia, libertad, igualdad, participación ciudadana. Son buenos conceptos y aspiraciones nobles, pero no hay claridad de cómo alcanzarlos. En la práctica, se repiten los viejos esquemas. En la distribución de cargos hay reciclaje, amiguismos y parentela. En las políticas públicas se habla de más asistencialismo, impulso a las empresas privadas y concreción de magnas obras impulsadas por ¡los ex gobernadores priistas!

Por el lado de la oposición, quedaron varados en dos momentos: siguen identificando al Gobernador como el Jefe de las Instituciones y no comprenden que ser oposición implica un proyecto alternativo de sociedad y de gobierno. Identifican la “oposición responsables” con decir sí, a todas las propuestas fundamentales del Ejecutivo. Por eso, los diputados federales se asumieron como mayordomos del Gobernador, cuando acudió a San Lázaro a negociar el presupuesto. Ahí perdieron la gran oportunidad de explicarle a la sociedad qué los diferencia del gobierno entrante y cuáles son sus coincidencias.

El error persiste en la dirigencia del PRI y entre los diputados locales. Varios meses después de tomar posesión del cargo, la dirigencia no aclara qué sociedad busca y cuál es su visión de futuro. Estoy casi seguro que los diputados aprobarán el Presupuesto de Egresos propuesto por el Gobernador, sin siquiera observar que va incluido ahí un nuevo impuesto, que la ciudadanía y los priistas repudiaron ampliamente: el, ahora, impuesto estatal de la tenencia vehicular.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 8 de diciembre de 2010.

4 de diciembre de 2010

LA VISIÓN SOCIAL EN EL DESARROLLO OAXAQUEÑO.

Uno de nuestros problemas, al inicio del siglo XXI, es la persistencia de la inequidad, el desequilibrio y la desigual distribución de la riqueza en el país y en Oaxaca. Aquí conviven áreas muy desarrolladas, rodeadas de un mar de comunidades muy marginadas, atrasadas y empobrecidas. En los Valles Centrales de Oaxaca coexiste un centro metropolitano, con todo el confort de los países desarrollados, junto a colonias marginadas y, desde los cerros de la periferia, los vecinos de los municipios colindantes observan, hechizados por la magia de la ilusión, las engañosas luces del desarrollo turístico y de servicios de la ciudad de Oaxaca.

Cómo avanzar si, desde el mismo proceso de conceptuar la realidad, su explicación, hasta la mecánica para superar las dificultades, han generado enredos conceptuales y equivocaciones administrativas.

A fines de la década de los sesenta, cuando en Oaxaca se iniciaba el proceso de la planificación para el desarrollo, el ingeniero Sergio de la Peña abrió un seminario sobre desarrollo de la comunidad con los siguientes claros y contundentes conceptos sobre el desarrollo: “Yo propondría que se entendiese por desarrollo, el lograr que existan igualdad de oportunidades para todas las personas de una comunidad, de una sociedad… Muy frecuentemente se hace referencia al desarrollo, como un problema de aumento o aceleración del crecimiento del ingreso por persona, por habitante, por habitante ocupado, etc. Bueno, esos son en realidad indicadores, no es obviamente el desarrollo”.

A pesar que, en 1968, quienes iniciaban el Plan Oaxaca para la planificación del desarrollo estatal tenían muy claro que los datos económicos no eran necesariamente el desarrollo tan buscado, con el tiempo esa claridad se fue perdiendo. Después, el principal problema fue el enfoque: se partió de la base de la economía y las abstracciones generadas por esta ciencia, cuando de lo que se trataba era observar a quienes viven en el mundo concreto, entender sus relaciones y, a partir de su realidad, plantear las alternativas de transformación. “Primero la gente”, dice Michael M. Cernea y aclara que el fin último de todo proyecto es el bienestar de la gente, a partir de sus propias formas organizativas.

Entender el proceso que le ha permitido a la gente de las pequeñas comunidades y a los marginados de las ciudades vivir y reproducirse durante milenios y sobrevivir a la posmodernización del mercado mundial, es el gran reto de las ciencias sociales; pero, también, aplicar las experiencias para la producción teórica y para retroalimentar el saber social de nuestras ciencias.

En realidad, la capacidad de resistencia de las sociedades ha sido subvalorada, pero, en la práctica, muchos de los esfuerzos de los grupos y las ideas dominantes por cambiar sus estilos, hábitos de vida y formas de organización social se han estrellado en el muro callado de una resistencia mal entendida como sumisión, cuando, cotidianamente, los oprimidos continúan practicando los modos de acción y desarrollando las relaciones que los estratos dominantes pretenden modificar o cambiar. Ése es el sentido de la resiliencia que debemos aprovechar.

Reconocer, analizar, sintetizar y generalizar lo propio, buscando encontrar sus características universales, es el gran reto de las ciencias sociales de América Latina y de México, especialmente. En nuestro caso, acercarnos a las comunidades y abrevar de su experiencia para crear y recrear el conocimiento científico social, exige el paso por lo concreto del territorio, para hablar de la dimensión regional del conocimiento y del desarrollo regional, como punto de partida para comprender el espacio como base de los planteamientos, hasta llegar a la particularidad de lo local, de las relaciones sociales ahí concentradas, como punto de partida para el análisis y la acción.

Desde esta perspectiva, el planteamiento del desarrollo local, con énfasis en la participación colectiva, nos debe llevar a la construcción de una teoría basada en lo social, a partir de actores sociales con posibilidades de convertirse en sujetos sociales, viviendo en sistemas sociales solidarios y con altísimas tasas de capital social. Ésta es una verdadera alternativa de desarrollo. Sólo así estaremos hablando de la sociología del desarrollo, que según Cernea: “…ofrece el argumento teórico para elaborar un modelo diferente de proyectos en el cual los protagonistas sociales constituyen el elemento central, el núcleo alrededor del cual todos los demás recursos deben ordenarse para la acción…”

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 4 de diciembre de 2010.

1 de diciembre de 2010

FIN DE SEXENIO OAXAQUEÑO

Nunca había visto un gobierno tan vilipendiado, en su fase final, como el de Ulises Ruiz Ortiz. En realidad, el gobierno dejó de existir en noviembre de 2006 y, desde entonces, sus integrantes se dedicaron solamente a administrar los ingresos federales y estatales. Es más, si regresamos en el tiempo, observamos que los dos primeros años fueron, en la práctica, un cogobierno, con un secretario General de Gobierno en funciones de vice gobernador ejecutivo, mientras el titular planeaba y planeaba… la candidatura presidencial de Roberto Madrazo. Sin gobernanza, sin operadores capaces y sin voluntad personal, el final tenía que ser el actual: desprestigio, acusaciones de corrupción, indolencia, abandono, la destrucción del aparato político priista y un deseo generalizado de ¡ya!, el que venga, con tal de terminar con este horror.

La experiencia que nos deja el régimen saliente, es que el gobernador no puede transferir funciones, mientras se dedica a otros rubros, ajenos a su acción principal. Oaxaca ya no es el territorio desorganizado, que se podía gobernar a control remoto, desde la placidez del Distrito Federal; tampoco puede ser el rancho, manejado por el caporal en turno. La pobreza y la falta de empleos son generadoras de una alta inestabilidad política, que sólo puede ser controlada y conducida con ingenio, dedicación política y aplicación administrativa. Lo contrario conduce a los fracasos personales, las crisis políticas y la destrucción del control político estatal.

Fue tal la falta de gobierno, que los ciudadanos vivimos casi en estado de sitio. Era muy difícil transitar por la ciudad, por los constantes bloqueos en los principales entronques. “La Borrachita” le decimos al IEEPO y “La Cantina” a la carretera de enfrente, porque ahí llegan los profes a tomar las oficinas. Ni qué decir de las carreteras estatales, donde nunca hay de libre tránsito. Tampoco hubo previsión en la obra pública. Las calles de la ciudad de Oaxaca y los municipios colindantes son ejemplo de la desatención urbana. Pero eso sí, las obras que podían ser infladas, recibieron prioridad para ser otorgadas, en contratos hechos por invitación, a los amigos, parientes, socios y prestanombres.

El que termina, sí fue, como dijera Vicente Fox, un gobierno de empresarios y para empresarios. La cereza del gran pastel sexenal fueron los Proyectos de Prestación de Servicios (PPS). Una excelente forma de endeudar al gobierno estatal, sin que aparezca como tal en los libros contables. Es, también, una forma legal de seguir “ordeñando” las finanzas oaxaqueñas, durante varios lustros más. El modelito es simple. El gobierno oaxaqueño contrató con un empresario la construcción de la Ciudad Administrativa y, con otros, la Ciudad Judicial. Los terrenos son del gobierno, pero los edificios de los empresarios. Mensualmente, el gobierno les paga millonarias sumas. El problema radica en que, al parecer, algunos funcionarios del gobierno saliente son socios o dueños, a trasmano, de las empresas a quienes les paga el gobierno y les seguirán pagando los dos próximos gobiernos que sigan. Un verdadero atraco, pero legal. Con esto ratifico lo que siempre manifesté en mis escritos: fue un mal gobierno, con pésimos administradores, pero excelentes empresarios y negociantes.

Al final, nos quedamos con la impresión de que el gobierno produjo una camada de nuevos ricos, muy ricos, pero la mayoría de los oaxaqueños siguen siendo pobres, muy pobres y muchos de ellos viviendo en la miseria.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 1 de diciembre de 2010.

27 de noviembre de 2010

PLANEACIÓN PSICÓTICA

Aunque la psicosis es un término genérico utilizado en psicología, bien puede utilizarse para referirse al proceso de planeación efectuado en el estado de Oaxaca, desde principio de la década de los 80. En esa rama de la ciencia, se utiliza para referirse a un estado mental descrito como una pérdida de contacto con la realidad. Es ésa, precisamente, la situación de los gobiernos estatales, pues en sus planes de desarrollo elaboran un diagnóstico muy realista, mostrando el grado de atraso y marginación de la entidad en sus diferentes áreas, y, sin embargo, cuando se plantean los objetivos, las estrategias, políticas y líneas de acción, dejan de referirse a esa realidad, para plantear otra totalmente diferente. En la práctica, aquí se repite esa vieja costumbre de no ver la realidad social, con tal de intentar aplicar las recetas y las reglas de las teorías importadas de sociedades diferentes.

Según los expertos, los sicóticos pueden presentar alucinaciones o delirios y pueden exhibir cambios en su personalidad y pensamiento desorganizado. Nada mejor para describir la actuación gubernamental oaxaqueña, al plantear como objetivo y fin un proceso de crecimiento económico basado en la empresa privada y su vinculación con todas las áreas de la sociedad para impulsar un desarrollo económico basado en la apropiación privada de los excedentes, a partir del incremento de la productividad y la competitividad en el mercado de esas empresas privadas, cuando ellos mismos, en sus diagnósticos, reconocen la inexistencia de las estructuras de propiedad y de organización necesarias para impulsar el proceso de acumulación y desarrollo clásico del capitalismo. Esta situación ha llevado a un choque cultural y económico donde, ni se consolida la forma tradicional de organización, ni logran aclimatar la propuesta nacional del desarrollo empresarial privado, impulsada desde las instancias del gobierno federal.

En la mayor parte del territorio estatal, la gente vive en un entorno de comunidades solidarias, pero el gobierno no asume esa realidad social y propone un desarrollo basado en una completa irrealidad social. En lugar de considerar las condiciones reales en que se desenvuelven los oaxaqueños, consolidar e impulsar las fortalezas de esas sociedad solidarias y comunitarias, inyectar recursos a sus proyectos y procesos de desarrollo económico, fortificar la cultura de solidaridad social, promover la visión de la administración pública como servicio comunitario e impulsar el manejo y el conocimiento de las técnicas empresariales para el incremento de la productividad y el crecimiento económico, los gobiernos estatales impulsan y promueven una visión de desarrollo basada en la empresa privada, a partir de los planteamientos y las estrategias de desarrollo marcados por el gobierno federal, cuyos planes de desarrollo están basados en organizaciones y entornos sociales diferentes a los oaxaqueños.

Ésa es la causa y razón fundamental por la que, durante casi 30 años, los gobiernos estatales de Oaxaca han invertido multimillonarias sumas de dinero en procesos que identifican como desarrollo y cuyos únicos resultados han sido el mantenimiento y el incremento de la desigualdad, la pobreza, la miseria y la marginación social.

En la realidad, con este proceso de planificación psicótica, los gobiernos estatales han metido a las comunidades locales en un proceso de choque cultural. Mientras los habitantes de las localidades se desempeñan en entornos solidarios, en propiedades colectivas y basan sus relaciones cotidianas en la cooperación y la solidaridad, los gobiernos estatales los inducen a tener un comportamiento totalmente diferente, en mucho basado a lo que J. M. Keynes alguna vez sintetizaba como el egoísmo, la avaricia y la usura, esa triada base del sistema de la apropiación privada de los excedentes.

Los gobiernos estatal y federal, ni permiten la consolidación de las bases comunitarias de la organización económica y social de las comunidades, ni tampoco ha logrado hacer que estos pueblos se apropien de la ideología del interés, como medio de convivencia cotidiana. En ese choque de culturas, los oaxaqueños han caído en el círculo vicioso de la falta de apoyos y recursos, improductividad de sus tierras y empresas, pérdida de empleos, constante y creciente migración, pobreza y marginación, cerrazón ante el cambio y la innovación, retiro de apoyos y falta de recursos económicos.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 27 de noviembre de 2010.

25 de noviembre de 2010

NUEVO GOBIERNO OAXAQUEÑO

Bien hace el gobernador electo, Gabino Cué, al negar cualquier pacto de impunidad con el gobierno saliente, pero muy mal se están viendo algunos de sus acompañantes, con sus prisas y propuestas equivocadas desde principio.

Hay todo un clamor entre los comunicadores y la sociedad oaxaqueña, para revisar minuciosamente el ejercicio administrativo de los funcionarios salientes. No es gratuita la demanda. Fue muy notorio el rápido enriquecimiento de los Hombres del Poder. Muchos de ellos pasaron de “carga maletas” a verdaderos potentados en bienes raíces; otros más están envueltos en líos judiciales, por su cercanía con la “delincuencia de cuello blanco”, como se conoce a quienes comenten delitos financieros. Es la jactancia de la riqueza y el cinismo de su proclamación, lo que induce a la sociedad a exigir castigo para quienes delinquieron. Por eso, la actitud del próximo gobernante está en lo correcto, al anunciar que “un gobierno no tiene porque promover la impunidad…pero sin llegar a ser faccioso porque no quiero utilizar el poder para lastimar a nadie”. (Tiempo, 23/XI/2010)

Fue una verdadera lástima que la administración saliente diera la orden de no entregar ningún documento a la nueva administración, sino hasta el día primero de diciembre, como también lo denunció Gabino Cué. La indicación, que pudo haber sido un prurito legal, deja la idea de una trampa jurídica, para tratar de esconder las tropelías cometidas. El hecho de entregar la documentación, hasta el primer día del ejercicio del nuevo gobierno, obligará a muchos de los actuales funcionarios a permanecer en Oaxaca, a la vista de la gente y al alcance de la ley. Así, la disposición “de la Superioridad” se va a convertir en una trampa, que entregará a los más débiles a las fauces de la jauría mediática.

A las buenas intenciones del gobernador entrante, comienzan a sucederse las torpezas de las prisas por la rebatinga de poder. Ayer se presentó, pomposamente, un “Programa Preliminar de Gobierno”. Por lo que pudimos leer en los boletines de prensa, se trata de un informe de lo que recopiló la Coordinación de Planeación Democrática y Participativa del gobierno electo. Ahí se trazan líneas generales, para ser consideradas en el Plan Estatal de Desarrollo. Aquí comienzan los problemas. Un programa, según la Real Academia de la Lengua Española, es una “serie ordenada de operaciones necesarias para llevar a cabo un proyecto”, mientras que un plan es un “modelo sistemático de una actuación pública o privada, que se elabora anticipadamente para dirigirla y encauzarla”. En buen español, ya no digamos en el lenguaje técnico de la planificación, primero está el plan y luego los programas. Un plan establece líneas generales de acción, el programa desmenuza todos los ingredientes necesarios, en los tiempos requeridos para concretar el plan.

Así, pues, los coordinadores de la Planeación Democrática, tienen un pequeño error conceptual, para comprender qué están haciendo y qué le están proponiendo al próximo gobernador. Éste fue uno de los grandes problemas de los regímenes priistas: la improvisación en el ejercicio de la administración pública. Los resultados han sido dramáticos, en términos de resultados sociales: pobreza y marginación creciente, que propiciaron la falta de gobernanza. Ojalá que el nuevo gobierno no comience con la misma dinámica de la simulación académica y la improvisación administrativa.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 24 de noviembre de 2010.

21 de noviembre de 2010

PLANEACIÓN OAXAQUEÑA FANTASIOSA

Hasta hoy, los gobiernos estatales no terminan de comprender que el desarrollo empresarial privado, propuesto por el gobierno federal, puede funcionar de la zona Centro hacia el Norte del país, donde la propiedad privada de la tierra y los ejidos son la forma de propiedad predominante. Mientras en Oaxaca, el 73% de las tierras son de propiedad comunal, a nivel nacional, el 84% de las tierras son ejidales y sólo un 16% son de propiedad comunal.

Esa incomprensión de la realidad estatal ha permitido que, todos los planes de desarrollo, insistan en la necesidad de incrementar la productividad económica, identificándola con la industrialización y la tecnificación, a partir de la empresa privada. Con mayor o menor énfasis, todos los gobiernos estatales insisten en este modelo de crecimiento económico. Las tres décadas transcurridas, dando por resultado constantes y permanentes bajos índices de desarrollo, no han sido suficiente para obligarlos a hacer un alto en la dinámica de caída permanente, para meditar sobre las causas de la persistencia de la pobreza, la marginación y la desigualdad en Oaxaca. Si así lo hicieran, se percatarían que los diagnósticos de los planes estatales muestran con claridad el principal origen del círculo vicioso del atraso económico, la pobreza de la población y la inestabilidad política y social: lo que se hace es una planeación del desarrollo basada en una irrealidad.

A pesar de la precisión de los diagnósticos, estableciendo una sociedad basada en la solidaridad y la reciprocidad, a la hora de plantear los objetivos de crecimiento económico, el incremento de la productividad, la necesidad de la industrialización del estado y el requerimiento de nuevas tecnologías, los gobiernos estatales impulsan el fomento y la consolidación de las empresas privadas, porque consideran que sólo ellas, y los procesos económicos que generan, pueden incrementar la productividad, la eficacia y la eficiencia en el proceso de transformación de la materia prima, generar manufacturas con alto valor agregado y mejores precios en el mercado, crear más empleos y mejores niveles salariales, además del ahorro personal y colectivo, generando también ingresos a la tesorería del gobierno, en procesos sucesivos para convertir la riqueza individual en riqueza social, mejorando los niveles de bienestar para la población en general, especialmente para los trabajadores de esas factorías con tecnología de punta y eficientemente productivas.

Así, la mayor parte de las políticas públicas planteadas están enfocadas a la creación de una sociedad sana físicamente, para poder rendir mejor en las empresas privadas; más y mejor educadas, para ser una mano de obra eficaz y eficiente; se buscan mejores sistemas de infraestructura social, para permitirle a las empresas instalarse en entornos favorables y poder comercializar óptimamente sus productos; una sociedad democrática, en donde las diferencias se diriman en los entornos institucionales, evitando los conflictos sociales que tensan las relaciones sociales e inducen a la confrontación social, con los resultados de movilizaciones, bloqueos de caminos y carreteras, y la inactividad económica y social, que dañan las ganancias. Por último, una administración pública moderna y eficiente, para optimizar los escasos recursos económicos, a fin de crear las mejores condiciones para el desarrollo empresarial y otorgar los mejores servicios para crear un entorno de mayor atractividad para la inversión privada foránea, aunque también es cierto que los pueblos salen ganando, porque también se les brindan la infraestructura social para incorporarse a ese proceso de crecimiento económico.

Así, aunque la sociedad oaxaqueña se basa en la propiedad colectiva de los recursos naturales, y su organización social y comunitaria impulsa la apropiación colectiva de excedentes, la planificación del desarrollo de los gobiernos estatales busca crear las mejores condiciones para la creación y consolidación de las empresas privadas, basadas en la apropiación privada de los excedentes, buscando una mayor acumulación de capital que permita, en un momento determinado, el rebosamiento de la riqueza individual e induzca a los empresarios privados a invertir en empresas cada vez más modernas y con mejores niveles salariales, para alcanzar las metas del desarrollo propuestas, con los diferentes adjetivos establecidos en cada uno de los planes: desarrollo moderno, desarrollo integral o desarrollo sustentable, en el último. Todos los gobiernos se han olvidado de las empresas sociales o cooperativas. Son el tabú y casi encarnan la maldición bíblica.

Ésa es la planeación psicótica del desarrollo estatal oaxaqueño. Una planeación de ilusos, cuyos resultados son la creciente emigración, pueblos fantasmas, sueldos miserables que apenas alcanzan para sobrevivir, falta de iniciativa empresarial, pobreza y marginación generalizada, incremento de la delincuencia y una permanente situación de inestabilidad y conflicto social.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 20 de noviembre de 2010.

17 de noviembre de 2010

NUEVOS TIEMPOS OAXAQUEÑOS

La entrega del último informe de gobierno marcó los nuevos tiempos para Oaxaca. No sólo porque el actual Gobernador se marcha, sino por la actitud de muchos diputados. De entrada, la presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara dio un claro mensaje. También, el coordinador de los diputados perredistas asentó el verdadero lugar en que deja el gobierno saliente al estado, en la tabla del desarrollo nacional.

Doña Eufrosina, la presidenta de la Cámara, pudo quedarse callada y cumplir con el requisito constitucional. Afortunadamente no lo hizo y fue contundente. Fue dura contra el gobernador saliente, a quien le dijo que no era “…hombre digno, no es democrático, no es juarista y no ama a Oaxaca”, porque, para serlo, es necesario dialogar, rendir cuentas, reconocer la pluralidad, respetar la división de poderes y comparecer ante el Poder Legislativo. Nada de eso, dejó entrever la diputada, lo cumplió el actual titular del Ejecutivo.

También le deja una pesada carga al gobernador entrante. Reconocer la pluralidad y respetar la división de poderes, es un mensaje entrelíneas, previendo la ruptura que puede venir, a raíz de los ya próximos comicios federales. La Comadrita, como dice nuestro amigo Juan Diego, ha dejado en claro que ser candidata ciudadana es también una línea de definición partidista. Nos lo enseñó Santiago Creel y Alonso Lujambio, quienes llegaron a consejeros del IFE bajo la bandera de la candidatura ciudadana, después fueron diputados y luego funcionarios panistas. El posicionamiento de la Presidenta, no lo dudo, es el de su partido, aunque, obviamente, lo comparten todos los diputados de la próxima coalición gobernante.

Sabiendo que al día siguiente, el gobernador saliente emitiría un mensaje, obviamente basado en la campaña publicitaria desplegada en los últimos días, el coordinador de la bancada perredista, Carol Altamirano Toledo, mostró el verdadero rostro del Oaxaca empobrecido y miserable. “La entidad ocupa el último lugar en indicadores de salud y educación a nivel nacional… Tenemos el deshonroso primer lugar de muertes de mujeres durante el parto, además, de que miles de niños mueren al año por enfermedades curables; ocupamos el primer lugar en violencia intrafamiliar y el primer lugar de SIDA en el sureste del país”, dijo, en una conferencia de prensa. También resaltó que el actual gobierno incrementó la deuda pública en más de 800 por ciento. (Tiempo, 16/x/10)

Al legislador le faltó agregar que los supuestos avances estatales: el decremento de los pisos de tierra, la construcción de hospitales y casas de salud, son parte de los programas federales, financiados e impulsados por los organismos internacionales mediante préstamos. El programa estatal, costeado con un oneroso impuesto del 2 por ciento, para la alfabetización de los oaxaqueños, dice el Gobierno que redujo en 50% el número de analfabetos, pero no aclaran que sólo crearon analfabetos funcionales, que pueden identificar el nombre de los refrescos, pero jamás leerán un libro o un periódico, porque este gobierno no tuvo nunca una política cultural.

Éstos son los nuevos tiempos de la política estatal, de mensajes abiertos y convocatoria a la rendición de cuentas. Ojalá los diputados estudien las leyes y conozcan sus facultades. Con todo el peso de la ley, pueden convocar a los funcionarios salientes para que rindan cuentas y aclaren lo difuso. En una de ésas, puede salir el hilo de la madeja de la corrupción.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 17 de noviembre de 2010.

16 de noviembre de 2010

PLANEACIÓN IRREAL

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 13 de noviembre de 2010.

Al revisar los planes estatales de desarrollo, elaborados a partir de 1981 a la fecha, observamos que todos sus diagnósticos coinciden fundamentalmente en cuatro aspectos.

Primero: La propiedad colectiva y social de los recursos naturales de la entidad. Los diagnósticos muestran que las tierras están en manos de las comunidades agrarias y los ejidos; los recursos minerales, metálicos y no metálicos, también son propiedad comunal; la vocación de las tierras oaxaqueñas es forestal, todos los bosques están localizados en tierras comunales o ejidales.

Segundo: La mayoría de los municipios y las localidades del estado de Oaxaca están conformadas por sociedades solidarias, son comunidades basadas en la propiedad comunal y ejidal de la tierra, integradas en redes familiares que se convierten en redes sociales y comunitarias, y, a partir de allí, conforman la administración pública municipal y local. Es la base de la perseverancia de las relaciones de apoyo mutuo, tanto en términos de procesos productivos, apoyo económico u organización social.

Tercero. Hay una mínima industrialización en el estado. El último plan de desarrollo reconoce la existencia de sólo cinco empresas grandes; de ellas, la refinería de PEMEX, en Salina Cruz, una empresa estatal y aporta casi el 75% del valor bruto de la producción estatal.

Cuarto. El nivel salarial de la entidad es de los más bajos del país. Los trabajadores mejor pagados laboran en la refinería de PEMEX y su promedio salarial era de 11,500 pesos, en 2004; por el contrario, el 53% de las unidades económicas del sector terciario de la economía, sólo alcanzan a pagar un máximo de 690 pesos mensuales a sus empleados, y se concentran fundamentalmente en la Mixteca y la Sierra Sur, regiones reconocidas como las de mayor pobreza y marginación en el estado.

La mayoría de los planes de desarrollo aceptan que los dos primeros puntos conducen a la existencia de organizaciones sociales y comunitarias, a la pervivencia de una organización comunitaria de apoyo en la producción, las festividades y para mejor solventar las necesidades individuales y familiares; la posesión comunal de los bienes patrimoniales (tierras, agua, bosque, recursos naturales, bienes municipales y comunales) induce a que las relaciones sociales y administrativas sean vistas en términos de servicios comunitarios. Las relaciones sociales se basan en mecanismos de cooperación para solventar las limitaciones económicas y tecnológicas, y son un mecanismo de distribución del excedente económico obtenido, mediante la gratuidad de la colaboración en el sistema de cargos, como también en las mayordomías de las fiestas patronales y las actividades religiosas. Todos estos procesos nos están gritando que, en la práctica, hay una apropiación colectiva de los recursos económicos públicos y los excedentes económicos generados en estas comunidades basadas en la solidaridad y la reciprocidad.

El problema comienza cuando los diagnósticos apuntan que hay una persistente y creciente pobreza, desigualdad y marginación en estas comunidades, como resultado de esos procesos y características. Insisten en la falta de sentido empresarial en las actividades económicas, porque no tienen una visión de acumulación de capital en todos los procesos donde intervienen; no hay una búsqueda de maximización de las ganancias, ni de optimización del uso del tiempo individual, buscando incrementar al máximo las ganancias, a partir de la eficacia y la eficiencia en el uso de sus recursos naturales y financieros. Insisten en que, por el hecho de ser bienes comunales o ejidales, son inembargables, por eso, los comuneros, ejidatarios y las comunidades no son sujetos de crédito, excluyéndolos de los financiamientos bancarios para apuntalar las actividades y las iniciativas económicas generadas en estas comunidades. Para los planes, estas situaciones permiten y acrecientan la indolencia individual, convertida después en indolencia social, generando un círculo vicioso de apatía y abandono de las familias a la magra producción de su entorno físico y la incapacidad “congénita” de las comunidades para mejorar su entorno de infraestructura física, ambiental y social.

También, los diagnósticos consideran que la propiedad comunal induce a una organización comunitaria basadas en asambleas colectivas, donde se complica la aprobación de los permisos para que los empresarios privados exploten los recursos naturales de esos pueblos. Estos procesos generan incertidumbre en los inversionistas privados y hace insegura cualquier inversión de capital privado en el entorno comunal.

Por eso, en lugar de acoplar el desarrollo de la entidad a las características sociales de sus comunidades, los planes plantean la reconversión de la organización social a un esquema de propiedad privada y en el trabajo individual basado en el pago económico. En lugar de impulsar procesos colectivos, cooperativas o empresas sociales, los gobiernos estatales se definen por políticas públicas basadas en la empresa privada, aquella cuya finalidad básica es, en palabras del economista Keynes, el egoísmo, la usura y la avaricia.

8 de noviembre de 2010

DESARROLLO EQUIVOCADO

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 6 de noviembre de 2010.

El planteamiento gubernamental de impulsar el desarrollo empresarial privado, como meta y fin del desarrollo estatal, se manifiesta fundamentalmente en los apartados de la planificación del desarrollo de los planes estatales. La propuesta se hace, a pesar de que en el apartado del diagnóstico de la situación estatal, los planes son muy precisos en demostrar que sólo el 13% del territorio estatal se encuentra en manos de propietarios privados. La mayor parte de las tierras del estado, el 87% del total, se encuentran en manos de las comunidades y los ejidos; el 90% del territorio arbolado se encuentran en esas tierras y la totalidad los recursos minerales, metálicos y no metálicos, además de los recursos hídricos y las zonas costeras.

Por otra parte, especialmente en las tres últimas administraciones, se reconocen dos sistemas políticos para elegir a las autoridades municipales. En primer término, 418 municipios, de los 570 del total, las eligen con el sistema de usos y costumbres. Es decir, quienes administran los municipios son electos mediante votaciones directas, a mano alzada, en una asamblea de ciudadanos, de acuerdo a un sistema de cargos, con rasgos precolombinos y muchas características conformadas durante la época colonial. El otro sistema, utilizado en 152 municipios, es el de la votación universal, directa y secreta, mediante planillas presentadas por los partidos políticos registrados en la entidad.

En lo general, se puede observar una relación casi directa entre aquellos municipios con propiedad privada de sus tierras o al menos en ejidos y el sistema de elecciones por partidos políticos; pero, donde se puede observar mejor la relación entre la forma de elección y el tipo de propiedad de la tierra, es en aquellos municipios donde eligen a sus autoridades por el sistema de usos y costumbres, y viven bajo el régimen de propiedad colectiva de la tierra; estos municipios se gobiernan y mantienen sus relaciones sociales a partir de un sistema de cargos, donde la administración municipal es vista como un servicio gratuito a la comunidad y como parte de las responsabilidades que conlleva el ser miembro de la comuna y tener tierras en propiedad comunal.

En esos diagnósticos, también se puede observar la casi nula existencia de una industria mediana, pero especialmente la grande en el territorio estatal, considerando a éstas como las que emplean más de 200 personas. En el plan de desarrollo, presentado por Pedro Vázquez Colmenares, se manifiesta la existencia de sólo 14 grandes empresas, 10 de ellas eran empresas paraestatales y sólo 4 eran privadas. 25 años después, el gobernador Ulises Ruiz Ortiz reconoce la existencia de sólo 5 grandes empresas; de ellas, la más grande es la refinería de PEMEX en Salina Cruz, de propiedad estatal; además, establece que, de 1981 a la fecha, sólo se han creado 2 empresas grandes más: la Compañía Manufacturera de Plástico, en el municipio de Santa María del Tule, en los Valles Centrales, y la Cervecera del Trópico, en Tuxtepec. En lugar de proliferar, el número de empresas de mediano tamaño decreció. La mayor parte de las unidades económicas eran microempresas, casi la mitad eran tortillerías y panaderías.

Sin embargo, y a pesar de constatar, con los datos duros de los diagnósticos, que la población del estado estaba organizada y se organiza sobre la base de la solidaridad colectiva, generada a partir de la propiedad comunal o ejidal de las tierras, pero especialmente de la primera, lo que induce a la permanencia del sistema de cargos y el servicio administrativo como servicio comunitario, todos los gobiernos estatales, a la hora de establecer la planificación del desarrollo, irremediablemente repiten el esquema federal de impulsar la industrialización, mediante el establecimiento y el fortalecimiento de la empresa privada como motor del crecimiento económico, identificándolo como desarrollo. Este proceso equivocado es la base de lo que he llamado la planeación psicótica del desarrollo y la causa de la permanencia de la pobreza y la marginación en todo el territorio estatal.

31 de octubre de 2010

PLANES ESTATALES Y CRECIMIENTO ECONÓMICO

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 30 de octubre de 2010.

Desde 1981 hasta el 2004, en todos los sexenios, los gobernadores del estado han elaborado los planes de desarrollo estatal correspondientes. En todos los diagnósticos presentados hay una constante, reconociendo a la entidad como uno de los más atrasados, más pobres y con los más bajos índices de desarrollo de la nación. También, desde 1981, los planes insisten en la necesidad de impulsar el crecimiento económico para producir e incrementar la riqueza, dar empleos a los oaxaqueños y elevar los niveles de bienestar de la población. Para alcanzarlo, los documentos insisten reiteradamente en la necesidad de crear más empresas, especialmente del sector privado, porque los consideran el único medio viable para generar la mayor cantidad de empleos requeridos por la creciente población estatal.

En el Plan presentado por el gobernador José Murat se establecía como meta del gobierno estatal: “…ser buenos se deberá entender ser consistentemente competitivos, esto es: tener la habilidad para proveer estándares altos y crecientes de vida en beneficio de la población por medio de la creación de valor agregado y consecuentemente el incremento de la riqueza mediante el manejo de recursos humanos, financieros y físicos; de procesos, atractividad y agresividad; globalidad y proximidad e integración de estas relaciones con un modelo social y económico, bajo un entorno institucional que ayude a mejorar las organizaciones”. (Plan Estatal de Desarrollo. 1998-2004, pp. 14-15).

Esta visión no es privativa sólo del sector gubernamental, por ejemplo, el financiero, ex copropietario de Banamex, Alfredo Harp Helú, alguna vez manifestó, hablando de la recesión: “no se puede ir contracorriente… se tiene que promover la actividad productiva... se deben aprovechar bien los recursos y sortear lo mejor posible el mal tiempo (económico), en la cual la Iniciativa Privada debe tener una participación activa… Con el retorno de miles de connacionales por la falta de empleo en la Unión Americana, el sector empresarial tiene que seguir generando empleos.” (El Imparcial. 8/xi/2008).

Visto desde esa perspectiva, la meta fundamental ha sido la búsqueda de la industrialización del estado, especialmente la vinculada al sector manufacturero, en el entendido de que solo la industria de transformación le puede dar mayor valor agregado a la materia prima estatal.

Así, en el plan presentado por Pedro Vásquez Colmenares se establecía que buena parte de la población se dedicaba al sector agropecuario, pero tenían muy bajos ingresos, lo que impulsaba la desintegración poblacional y la creciente emigración hacia los centros urbanos y fuera del estado. Por eso, insistían en capitalizar al agro, sin embargo, lo que se buscaba era “incrementar la producción y productividad y lograr mejores términos de intercambio en la comercialización”; la visión era la de impulsar la producción de pequeños rancheros productivos, una perspectiva que manifiestamente estaba fuera de lugar en un estado donde la mayor parte de las propiedades eran minifundios y en manos de las comunidades agrarias y los ejidos. El desconocimiento de la organización social los llevaba también a plantear el impulso fundamentalmente de la productividad agropecuaria, pero en aquellos sectores donde se tuvieran “mayores perspectivas, como en la agroindustria forestal, frutícola y ganadero, el turismo, la pesca y la minería”. (Plan Estatal de Desarrollo. 1981-1986, pp. 14-15).

Por otra parte, en esos planes también ha sido una constante la identificación del concepto de desarrollo con la idea del crecimiento económico. Nadie más claro y preciso para establecer su proyecto de desarrollo que el gobernador Diódoro Carrasco Altamirano. Parte con la mayor precisión de que “los esfuerzos de mejoría serán ociosos si antes no se logran crear las condiciones materiales que permitan generar riqueza. Necesitamos crecer económicamente, con estabilidad y de manera sostenida, a un ritmo mayor al índice nacional.” Para ello se propone usar “adecuada y racionalmente los recursos naturales y humanos, aprovechar las ventajas comparativas, elevar los niveles de producción y productividad y generar más y mejores empleos en todas las regiones del estado.” (Plan Estatal de Desarrollo, 1993-1998, pp. 38-39.

Para todos los gobiernos estatales, la industrialización incrementaría la producción de artículos manufacturados, haciendo crecer el Producto Interno Bruto estatal y, obviamente, se incrementaría el producto per cápita de cada uno de los oaxaqueños. Habría riqueza social. Nunca comprendieron que el PIB es una medida estadística, que mide el crecimiento económico de manera general, pero no mide el desarrollo social ni observa la desigualdad. EL PIB se puede entender mejor con el chiste aquel que dice: si mi vecino tiene dos automóviles, un BMW y otro Mercedes Benz, y yo no tengo ninguno, pero vivimos en la misma cuadra, estadísticamente, él y yo tenemos un coche cada uno.

Así, desde 1981, los planes estatales de desarrollo no han sido más que un catálogo de buenas intenciones, sin sustento real y elaborados sólo para cubrir un requisito constitucional.

27 de octubre de 2010

BETO PAZOS


FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 27 de octubre de 2010.

Supe de Heriberto Pazos, allá por los ahora lejanos días de 1981. En ese entonces, el gobernador Pedro Vásquez Colmenares dio la orden de efectuar un plebiscito en la agencia municipal de San Juan Copala, para definir quien se hacía cargo de ella. Con esa indicación, se daba pie a la derrota de Martín Anacleto, calificado por el MULT como el principal cacique y provocador de la zona.

En ese entonces, era el principal asesor del MULT Héctor Sánchez López, quien venía de una negociación triunfante en la lejana Juchitán, donde, de común acuerdo con Pedro Vásquez Colmenares, se desconoció la elección del presidente municipal, don Julio Gómez López, y, en una segunda vuelta, amañada y manejada directamente por simpatizantes de la COCEI, lograron el triunfo del autodenominado Ayuntamiento Popular de Juchitán. La misma receta pensaban aplicar en Copala.

Contra la actitud entreguista de Vásquez Colmenares, surgió la radical oposición de lo que después conoceríamos como la UBISORT. Así comenzó una época de conflictos y enfrentamientos radicales, en donde la fiesta de las balas es la característica esencial y las discusiones políticas se resuelven con plomo, dejando una estela de sangre y muerte.

En su calidad de líder político, no volví a verlo, porque sus negociaciones se manejaron siempre en el área política del gobierno estatal. Allá donde no se requieren expedientes técnicos para recibir recursos gubernamentales, ni se comprueban y, muchas veces, ni siquiera se ejecutan las obras físicas y la dádiva económica se reparte a discreción y de acuerdo al humor de los dirigentes. Con el amigo platiqué muchas veces, pero como vecinos, como cuando yo era estudiante.

A principio de la década de los 90, los líderes de la zona triqui desconocieron la interlocución del gobierno estatal. Los del MULT acusaban al delegado de Gobierno de estar a favor de la UBISORT y, los de ésta, de apoyar al MULT. Un día, ya muy avanzada la tarde, llegué solo y de improviso a San Juan Copala, y me dirigí a casa de los principales líderes de las organizaciones. En ese entonces, vivían en la agencia municipal, uno en el lado norte y otro en el sur, casi de manera equidistante. Amparado en el privilegio indígena del visitante, tuve con ellos varios acuerdos: la remoción del delegado de Gobierno; el nombramiento del nuevo, sin nexos políticos en la zona y de mi personal confianza; y el envío de un destacamento de la policía preventiva para permanecer en la Agencia.

Nunca hablé del acuerdo con Beto Pazos, tampoco me buscó. El trato fue con los líderes locales y, el lunes siguiente, personalmente acudí a darle posesión al nuevo delegado de Gobierno. El acuerdo se respetó hasta dos sexenios después. En la administración pasada, el MULT se convirtió en partido político. Se autoamordazó la careta de la defensa indígena y pasó a formar parte del pragmatismo político.

Treinta años después de aquella noche en que supe de la existencia del MULT, mucha sangre y muchos muertos más tarde, los triquis siguen casi en la misma situación de entonces. En el nombre de la etnia se han repartido cientos de millones de pesos, pero ellos siguen siendo pobres y miserables, su pueblo se ha despoblado, apareció el MULTI y también la mano de la iglesia militante. Ahora, Heriberto Pazos está muerto. Lo más seguro es que nunca se castigue a los culpables.

Un comentario me hicieron, en aquel entonces en San Juan Copala. Nunca se me ha olvidado. Cuando les pregunté por qué utilizaban balas de calibre .22, la respuesta fue: “Porque la .22 no se detiene, Licenciado. Cuando entra, camina y camina… hasta que el paisano muere…”

25 de octubre de 2010

PLANEACIÓN ESTATAL

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 23 de octubre de 2010.

Los antecedente de la planeación en el gobierno estatal se remontan al año de 1966, cuando se convino con la Organización de las Naciones Unidas el Plan Oaxaca, en tres etapas básicas: primero, la evaluación de los recursos naturales y potencialidades económicas del estado; segundo, el ordenamiento de las metas y objetivos del desarrollo; y, tercero, la elaboración de los proyectos de aprovechamiento de los recursos naturales y humanos y los planes de inversión. En la práctica, sólo se cumplió con la primera parte, en los primeros dos años.

Como producto de ese primer intento, se estableció el Programa de Desarrollo Económico y Social para el Estado de Oaxaca, 1968-1974, donde se plantearon acciones de desarrollo socioeconómico para mejorar los niveles de vida de la población, integrándola a la economía del país. Se buscaba propiciar el incremento de la producción del sector agropecuario, aprovechando la infraestructura productiva y de apoyo existente, y, por vez primera, se determinaron polos de desarrollo en poblaciones, dependiendo de sus características y su ubicación regional. La instrumentación de las acciones se formularon en un Programa de Acción a Corto Plazo (1969-1970), y otro de Mediano Plazo (1969-1974), proponiendo acciones en regiones de mayor potencial económico.

En ese entorno se estableció el Comité Promotor de Desarrollo Socioeconómico del Estado de Oaxaca (Coprodeo), a partir del decreto presidencial de 17 de marzo de 1972, buscando la coordinación de las dependencias federales y estatales para promover la participación de las entidades gubernamentales y la población, para el fomento al desarrollo y el aprovechamiento racional de los recursos humanos y naturales de la entidad. Su estructura orgánica la constituían los representantes de las dependencias federales en el estado y estaba presidido por el representante del secretario de la Presidencia.
Una de sus primeras acciones fue el establecimiento del Programa de Inversiones Publicas para el Desarrollo Rural, PIDER, entre 1973 a 1983, orientado a canalizar recursos para promover el desarrollo autosostenido de las comunidades rurales marginadas. Para 1983, el PIDER pasó a formar parte de los Programas Estatales de Inversión (PEI) y después a los Programas de Desarrollo Regional.

En 1976 se instituyó el Plan para el Desarrollo Integral del Istmo de Tehuantepec, donde se establecieron las directrices generales para el desarrollo de la región, se enumeraron los proyectos productivos y de infraestructura económica y social. Las acciones más importantes para alcanzar las metas de mediano plazo eran: un Programa de Desarrollo Industrial en el área rural, la programación de obras de infraestructura económica, las políticas de fomento a la industria, agroindustrias, industrias ligeras, de regionalización, de orientación del gasto público y de promoción, coordinación, y colaboración social y privada.

Con motivo de la promulgación del Plan Global de Desarrollo nacional, en Oaxaca se estableció el Plan Integral de Desarrollo 1977-1982, cuyo objetivo central fue ordenar el uso de los recursos naturales y humanos ubicados en el sector primario, activar el desarrollo tradicional, transformando su base económica para impulsarlos a un sector agropecuario diversificado, moderno y vinculado con el sector industrial. La instrumentación del Plan se apoyó en el gasto público y en las inversiones federales, bajo la estructura institucional tanto federal como estatal y parcialmente en instituciones educativas y organizaciones privadas.

Casi dos años después, el gobierno estatal presentó el Plan Estatal de Desarrollo 1979, basado en un esquema de encuestas, donde vertió la información relativa a los recursos naturales y socioeconómicos de las regiones, para la elaboración de los diagnósticos regionales.

Posteriormente, el decreto federal de 5 de febrero de 1981 creó los Comités Estatales de Planeación para el Desarrollo (Coplade), como organismos públicos descentralizados de carácter estatal encargados de formular, actualizar, instrumentar, ejecutar y evaluar un Plan Estatal de Desarrollo, donde se compatibilizaran los esfuerzos de los gobiernos federal, estatal y municipal.
En el entorno de las modificaciones nacionales del proceso de planificación, el gobierno estatal emitió su propia Ley de Planeación, donde retomaba los planteamientos de la federal y hacía suyas las indicaciones y las perspectivas abiertas por la ley nacional de planeación. Se legisló sobre las normas de la planificación estatal y la presentación de los planes estatales de desarrollo, buscando el uso racional de los recursos estatales para resolver la problemática y alcanzar la meta del desarrollo estatal.

Éstos son los antecedentes de una historia de frustraciones y sueños inalcanzables, escritos en lo que conocemos como los planes de estatales de desarrollo de todos los gobiernos oaxaqueños, a partir de la década de los ochenta. Ahora, estamos a punto de asistir a la presentación de otro más.

21 de octubre de 2010

DESCRÉDITO POLÍTICO

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 20 de octubre de 2010.

Especialmente en Oaxaca, muy poca gente cree en los partidos políticos y están descreyendo en los políticos. La repulsa la han ganado a pulso, “golpe a golpe”, diría el poeta Antonio Machado. El PRI por los desfiguros de las últimas elecciones, donde los candidatos fueron impuestos sólo por la amistad y la fuerza del mandante. El PRD y el PAN por una alianza ideológicamente absurda, que sólo denota la ambición por el dinero y los cargos públicos. Los demás partidos, por su incapacidad de presentar posiciones coherentes y en beneficio de la gente. Todos los partidos y los políticos –incluyendo a los administradores- en activo, han caído, de una u otra forma, en la incoherencia ética o en la deshonestidad profesional.

En el ámbito nacional las cosas van por los peores caminos. Hace unas semanas, los diputados priistas anunciaron la reducción del 1% del IVA. Se dijeron engañados por el presidente Calderón con un falso hoyo fiscal. Adujeron la falta de ejercicio de lo presupuestado. Comentaron el gasto exorbitante en sueldos, viáticos y nuevas contrataciones. Como gobierno ineficiente y caro tacharon al federal. Parecía que iban por el camino del reencuentro con la militancia empobrecida del priismo popular, hasta que aparecieron los gobernadores, con su lógica pragmática. Querían más dinero y lo van a obtener. El único problema, que no meditan los priistas, es que buena parte de esos recursos serán manejados por gobernadores opuestos al PRI. Por si no lo recuerdan, en las pasadas elecciones estatales el PRI perdió el control de casi 8 millones de mexicanos, que ahora serán administrados por gobernadores variopintos. Oaxaca, Puebla y Sinaloa serán gobernados con la influencia panista, aunque con intervención pejista el primero, de Elba Esther el segundo y Manlio Fabio Beltrones el tercero.

El PRD está peor. Junto a su extraña alianza con el PAN, se han destacado por la defensa a ultranza de personas acusadas de delincuencia. Gregorio Sánchez, de Quintana Roo, está encarcelado en Nayarit acusado de tráfico de indocumentados y delincuencia organizada vinculada al narcotráfico. Jesús Ortega, presidente Nacional del PRD insiste en su inocencia, todo porque le entregó la Tesorería y la regiduría de Obras Públicas cuando fue presidente municipal de Benito Juárez-Cancún. Los perredistas también arroparon al michoacano Julio César Godoy Toscano y lo hicieron diputado federal, a pesar de estar acusado de vínculos con La Familia michoacana. Las últimas grabaciones dadas a conocer muestran a un hombre metido hasta el cuello en actividades delincuenciales. Si bien no son prueba plena, son indicios claros de la degradación de la política.

Ni que decir del PAN. Los campeones contra la corrupción mostraron el lodazal económico de sus dirigentes. Con motivo de su boda, el presidente del CEN panista compró un departamento, valuado en 22 millones de pesos, en un supuesto remate por 7 millones de pesos. Al ridículo encubrimiento del precio real del departamento, queda la duda del origen del dinero. Juan Diego decía que su sueldo anual declarado, cuando era jefe de la Oficina de la Presidencia, era de 2 millones 300 mil pesos anuales. ¿De dónde, pues, salió lo demás? Claro, cuando se recuerda que César Nava era el responsable del departamento jurídico de PEMEX, cuando Felipe Calderón fue secretario de Energía y Juan Camilo Mouriño se volvió empresario petrolero, podemos entender el origen de la riqueza del líder panista nacional

Así, ¿alguien puede creer en la política y los políticos?

16 de octubre de 2010

LA PLANEACIÓN NACIONAL

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 16 de octubre de 2010.

La planeación del desarrollo nacional tiene una larga historia que se remonta al Plan Sexenal presentado durante el mandato del general Lázaro Cárdenas. Desde entonces, hubieron varios intentos de planificar el desarrollo económico, pero es hasta el sexenio del presidente José López Portillo cuando se da forma a un Plan Global de Desarrollo, generado en las oficinas de Miguel de la Madrid y que, muchos dicen, le sirvió para ganar la candidatura presidencial priista.

Durante la campaña de De la Madrid, un grupo de análisis político, dirigido desde el IEPES de Carlos Salinas de Gortari, comprendió la necesidad de institucionalizar la planificación gubernamental, para revitalizar el liderazgo de la función rectora del Estado. Buscaban dar el papel central a la planificación y la programación como instrumentos para reorganizar al gobierno federal, sus relaciones con los gobiernos estatales, con los sectores de los trabajadores y de los empresarios. Consideraban que, si bien se le había dado impulso institucional en la segunda mitad de los setenta, había sido en medio de dos contradictorios procesos: el primero lo consideraba una técnica administrativa para modernizar la estructura y el funcionamiento de los órganos del Estado, y, el otro, buscaba convertirla en un sistema rector del Estado y, en alianza con las fuerzas motrices del cambio, transformar a las estructuras socioeconómicas, buscando construir una sociedad más democrática en lo económico, lo social, lo político y lo cultural.

Concluían que, no obstante la ausencia de una disposición explícita en materia de planificación, el marco constitucional contaba con todos los elementos indispensables para introducir y conducir la ordenación de la actividad económica, social y política. Sin embargo, planteaba la necesidad de legislar para establecer una disposición específica y suficiente en torno a la planificación gubernamental.

Así, en cuanto asume la presidencia de la República, De la Madrid propuso modificaciones a la Constitución, especialmente en el artículo 25, para otorgarle “al Estado la rectoría del desarrollo nacional para garantizar que sea integral, que fortalezca la Soberanía de la Nación y su régimen democrático y que mediante el fomento del crecimiento económico y el empleo y una más justa distribución del ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos, grupos y clases sociales, cuya seguridad protege esta constitución. El Estado planeará, conducirá, coordinará y orientará la actividad económica nacional y llevará al cabo la regulación y fomento de las actividades que demanden el interés general en el marco de las líneas que otorga esta constitución.”

También, de acuerdo con las modificaciones propuestas, en el Artículo 3 de la Ley de Planeación, debía entenderse como tal “la ordenación racional y sistemática de acciones que, en base al ejercicio de las atribuciones del Ejecutivo Federal en materia de regulación y promoción de la actividad económica, social, política, cultural, de protección al ambiente y aprovechamiento racional de los recursos naturales, tiene como propósito la transformación de la realidad del país, de conformidad con las normas, principios y objetivos que la propia Constitución y la ley establecen. Mediante la planeación se fijarán objetivos, metas, estrategias y prioridades; se asignarán recursos, responsabilidades y tiempos de ejecución, se coordinarán acciones y se evaluarán resultados.”

El Artículo 4 establecía la responsabilidad del Ejecutivo federal para conducir la planeación nacional del desarrollo con la participación democrática de los grupos sociales y, en el Artículo 21, establecía que el Plan Nacional de Desarrollo se debía elaborar, aprobar y publicar en seis meses contados a partir de la fecha de la toma de posesión del presidente de la República, y su vigencia no debía exceder el período constitucional correspondiente, aunque podía contener consideraciones y proyecciones de más largo plazo. En su consideración, el Plan Nacional de Desarrollo debía precisar los objetivos nacionales, estrategia y prioridades del desarrollo integral y sustentable del país, contener las previsiones sobre los recursos asignados a esos fines; determinar los instrumentos y responsables de su ejecución, establecer los lineamientos de política de carácter global, sectorial y regional; sus previsiones debían referirse al conjunto de la actividad económica y social.

En Oaxaca, las disposiciones de planificación fueron replicadas. La ley estatal de planeación fue promulgada el día 21 de junio de 1985 y publicada en el Periódico Oficial del Estado, el 17 de agosto de ese mismo año. Una de sus principales disposiciones es que el gobierno entrante contará con seis meses, a partir de la toma de posesión, para entregar a la Legislatura un plan estatal de desarrollo donde explique los fines y objetivos del desarrollo, las estrategias y políticas a seguir, además de los lineamientos específicos. Como todo plan, deja los programas de gobierno para un momento posterior. Los gobiernos entrantes cuentan, pues, con sus primeros 6 meses para organizar los foros de consulta, las encuestas y demás mecanismos de consulta popular para elaborar su plan. No debía haber prisa, la ley local tomó sus propias providencias.

12 de octubre de 2010

REPITIENDO EQUÍVOCOS ECONÓMICOS

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 9 de octubre de 2010.

Oaxaca ha repetido los viejos esquemas económicos transitados por la nación. Nuestros gobernantes viven aún en la etapa superada por el país a partir de la década de los cuarenta, cuando dejó atrás el viejo modelo agrario exportador, para plantearse la posibilidad de la industrialización bajo el esquema de la sustitución de importaciones.

Nuestra incipiente tecnocracia se percató que somos una entidad dedicada a la agricultura de subsistencia, con algo de actividad agropecuaria y muy poca agroindustria. Producimos casi para el autoconsumo, solo una mínima parte de la producción estatal sale al mercado externo, pero fundamentalmente como materia prima y no en productos manufacturados. Por eso, ha sido una constante de los gobiernos estatales la necesidad de impulsar la industrialización de la entidad, bajo las mismas premisas y con las mismas promesas del gobierno federal para impulsar la industrialización a partir de 1940.

En el entorno nacional, el viejo modelo agrario exportador saltó en pedazos en el intervalo entre las dos guerras mundiales, cuando los países más desarrollados compraban las materias primas a bajo precio, sin disminuir los precios de sus productos manufacturados, a pesar del incremento de la productividad por la modernización tecnológica de sus industrias. Era un proceso oligopólico, de intercambio desigual, como lo documentó Raúl Prebisch, donde los países de la periferia transferían excedentes económicos a los centros. Mientras Estados Unidos y Europa se enfrascaban en la Segunda Guerra Mundial, dejando de producir los productos para su consumo interno, los países latinoamericanos encontraron su gran oportunidad para producir mercancía ligera, en un proceso conocido después como sustitución de importaciones, impulsando un modelo basado en la industrialización y en el crecimiento del mercado interno.

El círculo vicioso oaxaqueño es la repetición de este esquema, con especial énfasis a partir de la década de los 80. La burocracia estatal intuye la existencia de un proceso económico de intercambio desigual con el resto del país y la inexistencia de un mercado interno consolidado, a partir de ahí, copian la respuesta económica impulsada por el gobierno mexicano desde la década de los 40: el proyecto de la industrialización, la búsqueda de la mayor productividad y la tecnología de punta. Aunque en la entidad no se le aplica el nombre de “sustitución importaciones”, sí se retoma mecánicamente el procedimiento y lo plantean como un modelo de desarrollo para el estado de Oaxaca.

En muchos sentidos, ese esquema de desarrollo económico nacional, impulsado especialmente a partir del modelo de sustitución de importaciones, buscando la industrialización y su consiguiente resultado de crear un empresariado privado fuerte, pujante y competitivo, ha llevado a los gobiernos estatales a concentrar aquí todos los grandes males observados en la escala nacional, sin tener los pocos beneficios alcanzados allá.

El modelo impulsó el crecimiento de la economía mexicana —colocando a la industria privada como eje de acumulación del capital y desarrollando los servicios, elevó el empleo e incrementó los salarios reales y alteró de manera importante la estructura social y espacial del país, aumentando el peso de los trabajadores asalariados de las capas medias y de la población urbana sobre la rural—, pero fue incapaz de abrir un verdadero sistema productivo nacional, coherente e integrado, sobre todo porque los países como México tienen una incapacidad estructural para generar las divisas necesarias para el desarrollo económico, impidiendo, así, mantener el impulso del esquema.

El drama oaxaqueño es que aquí no tenemos grandes capitales ni empresarios privados, nuestros ricos se quedaron anclados en el comercio tradicional, donde se gana el doble de lo que se invierte y sin ningún riesgo; le tienen miedo a los retos, por eso se oponen sistemáticamente a toda innovación como la que representó hace medio siglo la posibilidad de la instalación de la Volkswagen en los Valles Centrales y ahora con su resistencia a las cadenas de supermercados. Por eso, todos los gobernadores hacen lo que recientemente hizo Gabino Cué: asistir a implorarle a 11 grandes empresarios nacionales nos hagan el favor de invertir en Oaxaca.

El resultado desde siempre, ha sido el mismo. Nadie invierte en Oaxaca porque no tenemos un mercado interno dinámico y auto sostenible; tampoco contamos con la logística (carreteras rápidas y cercanía a centros de consumo) adecuado para que vengan a arriesgar su capital. Tienen razón, los capitanes de la industria no hacen asistencia social, invierten donde aseguran ganancias sustanciosas y personales, ellos no hacen beneficencia social.

7 de octubre de 2010

LA PLANEACIÓN PSICÓTICA OAXAQUEÑA

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 2 de octubre de 2010.

En Oaxaca, como en general en el Sureste del país, la existencia de la miseria y pobreza con desigualdad, es la diferencia con el resto de México, donde hay acumulación de riqueza con desigualdad. Los analistas han insistido en el importante papel del gobierno para mantener e incrementar esta desigualdad. Para ellos, esta situación tiene su origen en las equivocadas políticas públicas económicas. Para empezar, al menos desde 1981, cuando se comenzaron a elaborar los planes estatales de desarrollo, ningún gobierno oaxaqueño ha definido con claridad su concepto de desarrollo. Tampoco han terminado de comprender que el crecimiento económico no conduce necesariamente y unívocamente al proceso de desarrollo.

Las administraciones estatales tampoco se han percatado que sus propios diagnósticos elaborados en los planes de desarrollo estatales, en los últimos treinta años, les muestran con claridad la existencia de una sociedad mayoritaria basada en la propiedad comunal de las tierras, donde los bosques, y los recursos mineros, metálicos y no metálicos, se encuentran en su totalidad en tierras comunales y ejidales; donde 418 municipios, de 570, tienen una organización política-administrativa basada en los usos y costumbres y el sistema de cargos, y una sociedad organizada en redes solidarias y sociales, donde el dinero no siempre es el medio de pago al trabajo efectuado, sino se da en relaciones de reciprocidad como en el tequio, la gozana, la guelaguetza, el endaruchaaga, la “mano-vuelta” y otras formas de trabajo diferentes y contrarias al esquema de la acumulación privada de capital.

Esta miopía para observar lo obvio, ha llevado a los planeadores del desarrollo estatal a considerar las reminiscencias indias de organización social como una traba para el desarrollo, como lo han planteado algunos planes de desarrollo estatal, especialmente el elaborado en el sexenio de Pedro Vásquez Colmenares, donde se afirma sin titubeos, en la página 247: “Aunque el Estado cuenta con una excelente dotación de recursos naturales, en algunos casos, como los turísticos, forestales y mineros, la propiedad comunal y ejidal se han convertido en un obstáculo para su aprovechamiento”.

Uno de nuestros grandes problemas es que los “técnicos del desarrollo” se formaron en el viejo esquema de copiar lo extraño, sólo porque venía de fuera y menospreciar lo propio, sólo por ser autóctono. Además, eran burócratas que les tocó la suerte de estar en el lugar adecuado, en el momento inadecuado. Por eso adoptaron las indicaciones nacionales, como si fueran leyes naturales, imposibles de cambiar.

Así, todas las administraciones, desde esa época, identifican el desarrollo del estado con el incremento del crecimiento económico, con el incremento de los índices económicos, especialmente el Producto Interno Bruto de la entidad. Obviamente, influenciados por las políticas nacionales, identifican a la empresa privada como la única con posibilidades de generación de crecimiento económico y, por lo mismo, de riqueza social.

La visión del constante crecimiento empresarial privado como método y medio para lograr el crecimiento económico nacional, fue el marco teórico e ideológico para alcanzar la ansiada meta del desarrollo de la sociedad oaxaqueña. Para lograrlo, desde finales de la década de 1970, los gobiernos estatales impulsaron el proceso de la planificación propuesto por la administración del presidente López Portillo y se dieron también a la tarea de establecer sus propios programas estatales de desarrollo, donde establecieron las mismas metas y los mismos procedimientos.

Esa dicotomía, entre lo deseado y la realidad socioeconómica oaxaqueña, nos ha costado muy caro y nos ha dejado más miseria y más pobreza. No se trata de vilipendiar a la empresa privada, pero tampoco es la panacea para Oaxaca. Difícilmente, los pueblos regidos por lazos de solidaridad y reciprocidad van a aceptar cabalmente las relaciones basadas en la usura, el egoísmo y la avaricia, que caracterizan a la empresa privada, según el economista J. M. Keynes.

Ésa es la razón por la que los pueblos se resisten a la explotación de sus minas, sus bosques, salinas y, en general, sus recursos naturales. Por eso fue un fracaso, y lo seguirá siendo, la explotación del hierro de Zaniza, en la Sierra Sur, el conflicto en San José del Progreso y los pueblos de las sierras echaron abajo las concesiones federales de los bosques de pinos. Los famosos aéreo generadores del Istmo de Tehuantepec son un buen negocio, pero sólo para los españoles inversionistas y algunos ricos mexicanos; a los dueños de las tierras les pagan miserias, las sobras de los proyectos.

Así, Oaxaca no puede salir del círculo vicioso de la miseria y la pobreza, y repetimos el ciclo del incremento de la miseria y la pobreza con desigualdad. Es el resultado de lo que he denominado la planeación psicótica del desarrollo oaxaqueño.

30 de septiembre de 2010

LOS CONSERVADORES MEXICANOS

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 29 de septiembre de 2010.

Por si no lo sabían, la Jerarquía católica mexicana celebra la conmemoración de la independencia el 28, no el 16 de septiembre. Para ellos, la consumación de la Independencia fue lo importante, no el inicio. Todo se remonta al 28 de septiembre de 1821, cuando en el altar de la catedral metropolitana se leyó la Carta de Consumación de la Independencia, antes del Te Deum consagratorio. Encabezó el acto, como es de esperarse, Agustín de Iturbide.

El pasado domingo, al igual que hace 200 años, los jerarcas de la iglesia católica mexicana se hicieron eco de un mandato de la Junta Provisional Gubernativa, presidida por Iturbide, para que, a partir del 27 de octubre de 1821, se realizaran en todos los rincones del país "paseos por la calle para anunciar la proclamación de la independencia". En ese entonces, se pidió que en la difusión del México independiente, las iglesias realizaran "funciones" que, en conjunto con los ayuntamientos, promovieran actos públicos para dar a conocer la determinación de la Corona Española de reconocer que, después de 300 años, "la Nación mexicana tiene voluntad propia" para, entre otras cosas, establecer relaciones amistosas con las otras naciones y España. Para conmemorar la fecha, la catedral metropolitana lució en las cuatro columnas principales del altar mayor los pendones que, hace 189 años, engalanaron la coronación de Agustín de Iturbide en ese mismo lugar. (Universal en línea, 26/IX/2010).

Después de su homilía, el cardenal Rivera Carrera anunció que, desde ese día, se realizarán actos para destacar la figura Agustín de Iturbide, cuyos restos están expuestos en la capilla del costado derecho de la Catedral, dedicada a San Felipe de Jesús. Para cumplimentar su expresión, en un último acto, bendijo una placa en honor a los héroes de la Independencia que se encuentran sepultados en el referido templo religioso. Por cierto, los únicos huesos que aún quedan ahí son los de Agustín Cosme Damián de Iturbide y Aramburu, también conocido como Agustín de Iturbide o Agustín I de México, según los sinarquistas que, al día siguiente, el lunes fueron a conmemorarlo enarbolando la Bandera de las Tres Garantías, aquella de la Religión, Fueros e Independencia.

Para este otro México, la importancia de los curas Hidalgo y Morelos es superflua. No en vano, cuando los tuvieron en sus manos les arrebataron la dignidad sacerdotal, les despellejaron la cabeza y las manos, para luego entregarlos a la justicia militar, donde terminaron de asesinarlos. Si hoy vivieran y encabezaran otra revuelta, estoy convencido que volverían a sentenciarlos con el mismo rigor de antaño. Para esta derecha conservadora ni Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Jiménez, Francisco Javier Mina y Mariano Matamoros tuviera la mayor importancia en esa gesta heroica que concluyó con la independencia de México. Mucho menos importancia tuvo la participación de Josefa Ortiz de Domínguez o Leona Vicario, porque, además de ser insurgentes, tenían el sino maldito de ser mujeres.

Para ellos, que se heredan de generación en generación la ideología imperial, aristocrática y señorial, la lucha de las turbas plebeyas de Hidalgo y Morelos no son más que desatinos en la historia nacional. Por eso, también la nueva derecha reprocha a la historia que no nos hubiéramos rebelado en 1776, junto con los colonos ingleses de la costa Atlántica. “Pero no fue eso lo que sucedió, sino el cura Hidalgo”, dice amargamente Héctor Aguilar Camín (Milenio, 13/IX/2010).